Agradecimientos

Son tantos los agradecimientos que debería de hacer aquí, que, ante el horror de dejarme alguno en el tintero, sencillamente opto por limitarme, como bien nacido y algo más, a la mención de mis padres. No sólo han estado presentes hasta ahora en todos los actos referidos como si se tratara de los de la Pantoja. No sólo han intentado comprender siempre las circunstancias de mi persona. No sólo mil cosas más en cuestión de generalidades. Sino que ya va siendo hora de decir que, para el caso concreto que en este blog se relata, el ojo literario de mi madre ha sido constante y capital durante las sucesivas versiones del libro en sus fases preliminares de ordenador.

Aun así, no quiero seguir adelante sin destacar el papel desempeñado por la cantidad de amigos que, a modo de claque y micrófono inalámbrico en mano, se ofrecieron en cada presentación para animarme el cotarro y romper el natural hielo del pudor a la hora de hacer preguntas en los coloquios siguientes a las intervenciones. Siempre quise hacer de tales actos algo vivo, y por ello adjudiqué a los más cercanos una serie de preguntas de mi preferencia: si me costó mucho dejar de beber, el papel de la fuerza de voluntad, si me gusta escribir, el concepto de enfermedad del alcoholismo, si prohibiría el alcohol, si me arrepiento de algo en la vida... Y, sobre todo, la gran pregunta que me permita explayarme sobre el aspecto digamos funcional del libro: si se trata, o no, de un libro de autoyuda.

Esto me sugiere algo: me encantaría poder dar aquí los nombres, harto conocidos en la literatura y el periodismo españoles, de las siete personas que hasta última hora han estado manifestando su convicción de que mi internamiento en centros de rehabilitación de alcohólicos no se debía a reales causas de enfermedad, sino que se había tratado de un espionaje de infiltrado para escribir el libro.

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