Raíces económicas

En el fondo, claro, el dinero. Rentable igual a legal igual a sagrado. El Gobierno lo tuvo clarísimo para una Ley antitabaco que, según las estadísticas, está dando verdaderos frutos. Detrás de ello no había romanticismo ni altruismo ni nada de eso que los políticos, como gestores que son, no tienen por qué tener. Detrás de ello había una cuestión puramente contable: cuando el Gobierno empezó a ver que las cuentas no le salían, porque los gastos por consumo de tabaco empezaban a igualar a los ingresos por lo mismo, dijo ‘hasta aquí hemos llegao’. Claro, aquello prosperó porque la incidencia del tabaco en la economía española es prácticamente nula. Pero, amigo; cuando intentó hacer lo propio, con el alcohol... Fue como de tebeo. En cuestión de meses hubo de retirar la popularmente conocida como Ley del Vino y meterla en un cajón hasta no se sabe cuándo.

Pues es sencillamente inconcebible la economía española (como la de muchísimos otros países productores) sin el Producto Interno Bruto (PIB) procedente de la producción de éstos (pensemos en la cantidad de regiones vinateras del mundo). Con un leve traslado de ideas, tratemos de imaginar lo fácil que resultaría rociar de queroseno la región boliviana de santa Cruz de la Sierra, de donde sale la mayor producción de coca del mundo, para acabar definitivamente con su cultivo, si de verdad, o sea de corazón, los gobiernos bolivianos estuvieran por la labor del encomiable (sin coña) fin del consumo de cocaína en el mundo. Pero a ver dónde está el guapo presidente que se decide a mandar al paro (de seguramente exigua cobertura) a ese amplísimo sector de bolivianos que, en muchísimos casos, siguiendo una tradición familiar de siglos, literalmente viven del cultivo de la planta de donde se saca la droga.

Al final, deberé de corregir lo que dije al principio del presente artículo: habrá que conceder al Gobierno su dosis de altruismo por caer también en la cuenta de que, en el balance de gastos e ingresos con respeto al consumo de alcohol, demasiados contribuyentes estaban pagando para que se enriquecieran muchos menos productores.

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