De modo que ni quiero ni puedo estar en contra de producción, venta o consumo del alcohol, puesto que antes de todo está el principio de la libertad individual (en este caso debo admitir que de alguna forma hay que introducir el concepto de lo legal, para preservar a determinados sectores de la población, como los menores, y es aquí donde se ve con claridad que hablamos de una droga). Por lo tanto, libertad, e información, las dos únicas armas que nos quedan. Dicho de otro modo, este mensaje podría resumirse en: haga usted lo que quiera, pero al menos sepa lo que está haciendo, o sea, consumiendo una droga como ‘la copa’ de un pino, y aténgase a las consecuencias.
Y, hablando de droga, vamos a dejarnos de una vez por todas de esa referencia a las sustancias como ‘las drogas y el alcohol’. Entonces, ¿qué es el vino? ¿Un inofensivo zumo de frutas? ¿A que a nadie se le ocurre decir las drogas y la cocaína, como si ésta no lo fuese? ¿A que a nadie se le ocurre decir: ‘jo, qué putada, Fulanito, que cuando se da un chute de caballo, resulta que es que no puede con él porque en seguida se engancha’?
Se me dirá que, bueno, lo importante es la moderación, a lo que, estando naturalmente de acuerdo en ello y por seguir un poco el juego, aduciré que eso es aplicable a toda droga, muchas de las cuales se venden, por sus beneficios sobre el organismo, en esas droguerías llamadas farmacias; dicho lo cual abandono ese debate por no querer entrar en un campo donde entra en juego la complejidad física, psíquica, espiritual y social de cada organismo, es decir de cada individuo. Puedo decir sin vergüenza alguna que he tomado diversos tipos de drogas a lo largo de mi vida, mezcladas y por separado, y no algunas veces sueltas sino de forma continuada, y la única que me ha dado verdaderos problemas de adicción ha sido el alcohol.
Aún menos debate establezco si alguien pone en duda que el alcohol es una droga, lo que desgraciadamente no ocurriría por primera vez, limitándome a recordarle que eso no lo digo yo sino que en ello soy un mero papagayo de la Organización Mundial de la Salud, una institución nada sospechosa de alternativa ni de marginal, pues está integrada por las administraciones de los países del mundo.
Si, además, muchos la tenemos por droga dura, no es sólo por la vía subjetiva de haber vivido la dureza del infierno al que te puede conducir, sino por la muy objetiva de las cifras de muertes directas (cirrosis, infartos...) e indirectas (accidentes laborales y de tráfico...).
No hay comentarios:
Publicar un comentario